¿Tus plantas no florecen como deberían? Lo prometido es deuda. Voy a explicarte algunas de las posibles razones por las que una planta no te dará las flores que estabas esperando. Tal vez creas que tienen todo lo que necesitan, pero son muchos los factores que pueden incidir negativamente. Vamos a repasarlos en esta guía.
A lo mejor te estás preguntando ahora mismo ¿qué es lo que le está pasando a mi planta? La mimas, la cuidas con esmero y sin embargo ésta no florece. Hay muchas causas por las que una planta no llega a producir sus flores; o si lo hace, las muestra con recelo. La semana pasada destaqué la que yo considero una de las principales –se trata de la falta de luz-.
Antes de nada hay que reseñar que cada especie tiene sus propios requerimientos -solo se puede generalizar hasta cierto punto-. Se han de tener presentes, entre otros, la cantidad de luz, el tipo de suelo, los nutrientes, la humedad ambiental, el agua o la temperatura que alcanzan a tolerar. Si eludes sus necesidades más básicas, es muy probable que el ejemplar mal viva o incluso muera. Por supuesto, no esperes que te regale bonitas flores.
Empecemos por el plato fuerte: con un repaso a lo que supondría la carencia lumínicapara las plantas (algo frecuente en interiores).
La luz es lo que hace posible la fotosíntesis, ya lo sabes. Mediante este fenómeno las plantas son capaces de fabricarse su propio alimento. Les basta combinar el carbono atmosférico con el hidrógeno del agua para formar las cadenas de hidratos de carbonoque tanto precisan.
En una situación prolongada de privación, la vida de la planta correrá, por lo tanto, serio peligro. Si las plagas o enfermedades no vencen su nimia resistencia, acabará pereciendo por el agotamiento de sus reservas.En consecuencia, si la luz les fuera insuficiente, quedarían faltas de energía y éstas se verían mermadas en sus funciones más básicas. Una floración escasa o nula será una reacción lógica en cualquiera de los ejemplares afectados. Concentrarían sus reservas en lo más preciado para su supervivencia. Las flores serían un lujo innecesario.
El alargamiento exagerado de los tallos, buscando con desesperación la luz, es quizás uno de los síntomas más comunes y logrará darte pistas de lo que allí está pasando. También el crecimiento desigual, orientado hacia una ventana u otra fuente de luz es un buen indicativo. No dejes que la situación se perpetúe o las hojas comenzarán a perder su color y acabarán en el suelo.
Te ha de quedar claro que no hay una cantidad de luz estándar para todas las plantas. Según su biología, cada especie gusta de una cuota diferente en horas o intensidad. Bien sea en el exterior o en el interior de tu vivienda, debes conocer sus preferencias antes de buscarles una ubicación definitiva.
Por la misma razón que lo anterior, la carencia de minerales es otra de las causas por las que una planta produce menos cantidad de flores. En concreto, la falta de fósforo y potasio puede acarrear un retraso en la floración o que éstas sean de escaso tamaño o calidad. También repercutirá en el futuro crecimiento del fruto.
Pero no te pongas ahora a abonar “como un loco”; los excesos en este caso tampoco son deseables. Demasiado nitrógeno -mineral encargado, entre otros, del crecimiento- podría inhibir la floración a costa de un desarrollo exagerado de la planta. Tendrías un ejemplar con brotes constantes, pero sin flores. Para colmo sus tejidos anormalmente tiernos, serían un bocado exquisito para el pulgón y otras plagas. Si has de aplicar abono en plantas de flor, utiliza el que no promueva tales circunstancias. Aquél con una proporción baja de nitrógeno en relación al fósforo y al potasio será el más indicado, ya que facilitará la floración y no a la inversa.
Mira estos productos que llenarán de nutrientes a tus plantas:
Igual de importante que la existencia de sales minerales es el hecho de que se encuentren en situación de ser asimiladas. El pH inadecuado del suelo es otra de las razones por las que una planta suele padecer carencias.
Dejando de lado algunas excepciones, como las plantas acidófilas o las amantes de los suelos alcalinos, el rango de pH entre 6,5 y 7 es el más conveniente. Este pH, considerado neutro para las plantas, es perfecto para la gran mayoría -con el que se da la mayor disponibilidad de nutrientes.
No hace falta decir que el déficit de agua tampoco es deseable, ni para su floración ni para la planta en general. Un riego exiguo supondría el debilitamiento de la planta, la pérdida de sus flores y también de las hojas, o peor aún, su muerte. ¡Cuidado!
Pero, por evitar quedarte corto, no debes ahora pasarte. Solo conseguirás pudrir las raíces o favorecer la proliferación de hongos. Debes regar en su justa medida.
La poda en un momento inoportuno es otra de las circunstancias que suele llevar al traste con la floración. Te conviene saber las fechas en que florecen tus plantas, así como dónde se forman las yemas florales, antes de aventurarte con las tijeras.
La hortensia, por ejemplo, que florece en los tallos del año anterior, debería podarse en otoño o justo después de marchitarse sus flores -mejor incluso que a finales de invierno-. Si no te arriesgas a que, llegado el momento (primavera y verano), las esperadas flores no aparezcan o lo hagan escasamente.
Con tal panorama podría pensarse que, ante la duda, lo mejor es la inacción. Sin embargo, en la mayoría de plantas de flor -como rosales, jazmines o las anteriores- conviene al menos la supresión de las ramas viejas -ya que no van a florecer- y por descontado la eliminación de las flores ya marchitas, cortando al menos un par de yemas por debajo.
Si de paso “aclaras el interior del arbusto“, conseguirás además que entre más luz y por lo tanto obtendrás mayor floración.
Las flores, una vez polinizadas, acabaran dando lugar a los frutos y estos nos pueden interesar o no. Si son frutales u otras hortícolas o en el supuesto de que ornamenten la planta, los dejaremos. Pero no aportando nada, es mejor retirarlos; ya que restan energía a la planta e inhiben la nueva tanda de flores.
Las heladas tardías son las grandes enemigas de muchos frutales. Es el caso por ejemplo de almendros y ciruelos.
Estos árboles, precoces en cuanto a su floración -lo hacen antes de que aparezcan las hojas-, son castigados con frecuencia durante la primavera por las bajas temperaturas.
Si el clima donde vives es proclive a las heladas -incluso entrado ya el mes de abril-, es mejor que escojas variedades de flores menos tempranas; si no, las perderás o resultarán dañadas.
Además de la especie o la variedad, la latitud y las condiciones meteorológicas también son determinantes. No es lo mismo si te encuentras en la zona mediterránea y próximo a la costa que en el norte o centro de la península. Las flores aparecerán con hasta semanas de diferencia.
Hablando del frío, hay que destacar también el poco ánimo de las abejas para volar por debajo de los 10ºc; algo que repercutirá negativamente en la polinización y por lo tanto en los frutos venideros.
Otra cuestión es la exigencia de ciertas especies, como los cerezos, de acumular horas de frío. Si no suman alrededor de mil horas por debajo de lo 7ºc durante el invierno, las flores escasearán al llegar la primavera.
Ya has visto que una planta débil, por cualquiera de los motivos, tendrá más dificultades para florecer. Por supuesto, las plagas o enfermedades pueden ser partícipes de ese decaimiento. Y, si no, acabarán aprovechándose de él. Ya conoces el refrán: “a perro flaco, todo son pulgas”.
En este caso no serán pulgas sino pulgones, cochinillas, moscas blancas, arañas rojas o trips, los que atacarán sin dudarlo los botones en formación; junto a otras partes tiernas de la planta.
Los hongos, como el oídio o la botritis, también podrían aparecer -con temperaturas en ascenso y tiempo húmedo-, provocando diversos daños, entre otros, que las flores se pierdan.
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También merece la pena que nos preguntemos si sencillamente el ejemplar no será demasiado joven o tal vez haya llegado a su senectud. Las plantas como otros seres vivos tienen sus tiempos y, dependiendo de la especie, tardan más o menos en “entrar en producción”.
Ya lo has visto, no hay una única causa a la que echar las culpas. Básicamente se trata de conocer a tus plantas, para aportarles aquello que necesitan -ni más ni menos-. La clave está en que se encuentren en las mejores condiciones para afrontar la floración y no estropearlo, entre otras cosas, con podas a destiempo.
Si tu planta no florece como debiera, con esta guía puedes analizar punto por punto hasta encontrar una justificación. De ti depende luego el ponerle remedio.