Cada especie necesita de distintas cantidades de luz, pero en general todas las plantas agradecen recibir al menos un poco de luz del sol
La luz es un elemento imprescindible para la vida de las plantas, ya que les permite procesar los nutrientes del suelo que toman del suelo y convertirlos en su alimento. Pero no todas las luces son iguales, ni todas las plantas necesitan la misma luz. Este artículo explica la importancia de la luz natural para las plantas, las variaciones de la luz natural y las distintas consecuencias del exceso o la falta de luz. Además, menciona algunos ejemplares, clasificados según sus necesidades de mucha, media o poca luz para un correcto desarrollo.
Las plantas necesitan de la luz para realizar la fotosíntesis, el proceso a través del cual obtienen su alimento. Las necesidades varían según cada especie: existen plantas que necesitan mucha cantidad de luz, mientras que otras se arreglan con muy poca. Pero además no todas las luces son iguales. La luz natural es la más intensa y poderosa, y por eso es bueno procurar que todas las plantas, incluso las de interior, accedan a la luz natural al menos durante algunas horas al día.
La mayoría de las plantas de interiores proceden de bosques tropicales, donde no reciben la luz directa del sol
Para tener una idea de la diferencia de intensidad que existe entre la luz artificial, basta con conocer algunos datos sencillos. En un día soleado, en el exterior, la luminosidad media se estima en unos 100.000 luxes. En cambio, el interior de una casa iluminado con luz artificial por lo general no supera los 500 luxes. La diferencia es abismal y las plantas que no reciben luz natural la notan.
Sin embargo, no hay que confundir la necesidad de que accedan a la luz natural con dejarlas expuestas a la incidencia directa de los rayos del sol, que pueden deteriorarla e incluso matarla. Hay que tener en cuenta que la mayoría de las plantas que se cultivan en interiores en nuestro país proceden de selvas y bosques tropicales, donde no reciben el sol directo sino que están protegidas por la sombra que proyectan las copas de los árboles.
Además, la luz es distinta en función de varios factores: la época del año (en verano los rayos caen más verticales y son, por lo tanto, más intensos), el momento del día (durante las horas centrales del día son más fuertes que por la mañana o por la tarde) y la región (cuanto más lejos se esté de los trópicos, menos intensa resulta la luz). Por esta última razón, en nuestro país las ventanas orientadas hacia el sur son mucho más luminosas que las situadas hacia el norte (y en el hemisferio sur ocurre justo lo contrario).
Pero además de la orientación y el tamaño de las ventanas, otros elementos influyen en la presencia de la luz natural en una estancia. Sobre todo, el color de las paredes y los muebles. Los colores claros, además de generar la sensación de mayor amplitud, reflejan la luz, por lo cual contribuyen con la creación de espacios más luminosos. Los tonos oscuros, por su parte, la absorben, y dan lugar también a habitaciones más oscuras.
Por otro lado, la presencia de espejos y superficies acristaladas también aumentan la luminosidad de una estancia. Todos estos elementos se deben tener en cuenta al considerar la cantidad de luz que las plantas reciben según estén ubicadas en unas u otras habitaciones del hogar.
Tanto el exceso como la falta de luz ocasiona en las plantas consecuencias negativas. Demasiada luz provoca que las hojas pierdan el tono verde y se tornen blanquecinas, con bordes amarronados y manchas pardas. Además se reduce el tamaño del ejemplar, a veces se arruga e incluso se puede chamuscar. Como reacción natural ante este exceso, la planta tenderá a crecer orientada hacia el lado opuesto a aquel de donde recibe la luz.
Si solo una parte de la planta recibe luz, todo su desarrollo tenderá a desviarse hacia el sector iluminado
Cuando, por el contrario, la planta recibe menos luz de lo que necesita, la planta se ve débil. Florecen poco y las flores son muy pequeñas se caen antes de haber completado su desarrollo. Los tallos son débiles y delgados, y las hojas se ponen amarillas y se caen enseguida.
Además de que reciba la cantidad de luz adecuada, ni excesiva ni escasa, se debe procurar que la luz llegue a todas las partes de la planta de forma pareja. Si solo una parte de la planta recibe luz y la otra no, todo su desarrollo tenderá a desviarse hacia el sector iluminado. Por tal motivo, sobre todo en el caso de arbustos y plantas de buen porte, lo recomendable es girar la planta periódicamente para que todas sus partes reciban una cantidad de luz similar.