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La historia de la jacaranda va mucho más allá que florecer cada primavera, porque es el árbol que representa esta estación del año en toda la Ciudad de México. Y nos encanta. Su color lila se ve por cada una de las calles de la ciudad, protagonizando toda la hermosura que se puede ver durante esa temporada, y también una que otra fotografía porque es difícil pasar este árbol desapercibido.
La jacaranda tiñe la ciudad con su color, pero también con su magia, nobleza, misterio y belleza, y aunque el árbol no es originario de México, es máximo representante del país porque ha permanecido en éste desde muchas décadas atrás.
La jacaranda y sus características
Las jacarandas son hermosos árboles que pueden medir hasta 20 metros de altura y sus flores se pintan de lila durante la primavera y el otoño, de hecho se trata de uno de los momentos más hermosos y especiales de estas estaciones, pues las calles se pintan del mismo color y es un total espectáculo visual. Son similares a los cerezos, pero no iguales.
Su nombre en portugués es yacaranda, que significa oloroso, y existen distintas variedades, aproximadamente entre 120 especies aunque sólo 50 han sido aceptados dentro del canon, sin embargo, el árbol que llena de color las calles de México es la jacaranda mimosifolia, en portugués jacarandá preto.
Las hojas de la jacaranda son muy pequeñas pues miden medio milímetro aproximadamente y sus flores moradas florecen durante la primavera, alcanzando a medir de 4 a 5 centímetros, mientras que sus frutos son leñosos y tienen forma de mantarraya.
Este árbol tiene una adaptación a ambientes urbanos muy peculiar ya que es una especie subtropical, por ello se ha convertido en un símbolo muy especial de la Ciudad de México durante cada primavera.
La historia de la jacaranda
Las jacaranda es originaria de Brasil, aunque, posteriormente llegó a México a finales del siglo XIX y, aunque no existen registros precisos de su introducción al país, existen varias versiones que nos cuentan la historia de cómo el árbol lila se convirtió en el favorito del territorio mexicano.
Sanshiro Matsumoto, un joven originario de Japón, salió de su país en 1910 en busca de su padre que lo habría abandonado a él y a su madre trece años antes. Al llegar a México, no le fue complicado lograr su objetivo, pues Tatsugoro Matsumoto, el hombre que le había dado la vida, era el creador de un majestuoso jardín con lago artificial en el Palacio de Cristal para festejar el centenario de la Independencia de México, por lo que se convirtió en el jardinero favorito del porfiriato.
Sobre lo que pasó durante su reencuentro no se sabe absolutamente nada; sin embargo, quedó registrado que Sanshiro ayudó a su padre a ordenar las bases administrativas de un negocio de jardinería que tenía en mente en la Ciudad de México. Con el tiempo, poco a poco el emprendimiento prosperó, aunque se atravesaba por la Revolución Mexicana.
Entre 1920 y 1924, ambos jardineros japoneses le propusieron al presidente Álvaro Obregón sembrar árboles de jacaranda en las calles principales de la ciudad, esta idea fue bastante atractiva para el político, así que terminó por ceder al permiso.
Tatsugoro y Sanshiro ejecutaron un plan de crianza de jacarandas en sus viveros cuando el árbol ya había sido traído desde Brasil. Padre e hijo pensaron que sería una gran idea ya que las condiciones climáticas de la ciudad eran perfectas para la especie.
Algunos reportes aseguran que, durante el tiempo en el que los japoneses fueron perseguidos por el gobierno norteamericano como represalia a su intervención en el conflicto mundial, Sanshiro compró la Ex Hacienda de Temixco en el Estado de Morelos, con el objetivo de construir un albergue para que sus connacionales se refugiaran y vivieran de los cultivos.
Desde entonces hasta el día de hoy, la jacaranda se convirtió en gran símbolo de la Ciudad de México y siguen brillando año con año durante la primavera, lo que deja muy en claro que el trabajo de los hombres Matsumoto dejó importantes frutos en todo el país mexicano.
Floralia
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