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Siembra: el comienzo de todo
Todo empieza con una pequeña semilla y muchas ganas de cuidar.
- Cuándo sembrar: Lo ideal es en primavera, cuando ya no hay riesgo de heladas.
- Cómo hacerlo: Usa un semillero o recipiente pequeño con Tierra Preparada Para Macetas y Huertos Happy Flower. Siembra a un centímetro de profundidad.
- Dónde colocarlo: En un lugar cálido con buena luz natural, sin sol directo.
- Riego: Mantén la humedad usando un atomizador, pero sin encharcar.
- Tiempo de germinación: De cinco a diez días.
Trasplante: dar espacio para crecer
Cuando tus plántulas tengan entre cuatro y seis hojas verdaderas, es hora de moverlas a su lugar definitivo.
- Dónde trasplantar: Macetas de al menos 30 centímetros de profundidad o un espacio en tierra firme con buen drenaje.
- Consejo clave: Entierra una parte del tallo para favorecer un sistema de raíces más fuerte.
- Distancia: Deja entre cuarenta y cincuenta centímetros entre cada planta.
Cuidados diarios: luz, agua y alimento
Los jitomates necesitan atención constante, pero no complicada.
- Luz: Al menos seis horas de sol directo al día.
- Riego: Cada dos o tres días, dependiendo del clima. Riega en la base, evitando mojar las hojas para prevenir hongos.
- Nutrientes: Aplica compost, humus de lombriz o abono orgánico cada quince días. Si tu planta da muchas hojas y pocos frutos, reduce el nitrógeno y aumenta el potasio.
Sostén y poda: guiando el crecimiento
El jitomate es una planta trepadora que necesita apoyo.
- Tutores: Usa estacas, cuerdas o jaulas para sostenerla a medida que crece.
- Poda: Retira los brotes que salen entre el tallo principal y las ramas (conocidos como chupones). Así concentras la energía en los frutos.
Cosecha: el fruto del cuidado
El jitomate está listo cuando tiene un color rojo uniforme (o el tono correspondiente si es una variedad distinta), piel firme y un aroma fresco. No esperes demasiado para cortarlos, ya que dejar los frutos mucho tiempo en la planta puede atraer plagas o debilitarlas. Cultivar jitomates es más que tener alimento fresco. Es observar, esperar, cuidar y aprender del ritmo natural de las cosas. Con tiempo y dedicación, verás cómo una pequeña semilla se convierte en una planta fuerte que te regalará sabor y satisfacción.