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Las altas temperaturas de la época pueden ocasionar que las plantas se sequen o resulten afectadas por plagas y enfermedades.
Los fuertes calores pueden resultar para las plantas tan perjudiciales como los fríos del invierno. Por ello, para cuidarlas es preciso tener en cuenta algunas recomendaciones. Este artículo ofrece consejos para lograr un riego efectivo durante la época estival y otras recomendaciones para proteger a las plantas del calor, relacionadas con la exposición de los ejemplares al sol y la instalación de un acolchado natural en el suelo del jardín, además de con la lucha contra las plagas y enfermedades y la aplicación de fertilizantes.
Consejos para un riego efectivo durante épocas de calor
Uno de los factores fundamentales para que las plantas tengan un buen verano es el riego. Debe ser abundante, en particular en las regiones más secas, pero hay que tener en cuenta algunas cuestiones:
- Como el calor provoca que el agua se evapore muy rápido, es importante proporcionar riegos profundos, para que el agua alcance las raíces de los ejemplares. Por ello, más allá de la técnica que se emplee, lo idóneo es echar el agua con lentitud, para suministrar una buena cantidad sin que el sustrato se encharque.
Conviene regar con lentitud, para suministrar buena cantidad de agua sin que el sustrato se encharque
- Hay que respetar los horarios para el riego: por la mañana temprano, por la tarde cuando ya se ha puesto el sol o durante la noche. Esto se recomienda a lo largo de todo el año, pero en el verano es casi imprescindible. Regar en las horas de calor representa un derroche de agua, debido a la evaporación (lo cual genera costes inútiles para el medio ambiente y la factura del agua); pero además, puede dañar a las plantas, por el «efecto lupa» que las gotas ejercen sobre los rayos del sol.
- Cerca de las plantas viene bien colocar uno o varios recipientes con riego, para que al evaporarse transmitan humedad a los ejemplares. También, aunque se debe tener cuidado porque no todas las especies lo toleran, se puede pulverizar agua sobre las plantas, para refrescar sus hojas.
- Las plantas en macetas necesitan más riego que las situadas en el suelo. Las raíces de estas últimas pueden buscar humedad y nutrientes en el sustrato del jardín, pero las que se hallan en tiestos dependen de la limitada porción de tierra en la que se encuentran y del agua que se les eche. Además, las plantas en macetas de cerámica o de otros materiales porosos, así como de boca grande, precisan más agua que las ubicadas en tiestos de plástico o de boca más pequeña.
- Lo más recomendable es la creación de microclimas: en el jardín, a partir de tener en cuenta las condiciones del lugar, la presencia de árboles o grandes arbustos, estanques, etc. ; y en una terraza o balcón, a través de la colocación de varias plantas en una misma maceta o muchos tiestos en la misma zona.
Otras recomendaciones para proteger a las plantas del calor
Además del riego, un factor fundamental para proteger a las plantas de los rigores del verano es evitar la exposición directa a los rayos solares. Estos pueden quemar y deteriorar de forma grave las hojas, flores y otras partes de las plantas, incluso de muchas que los toleran en otras épocas del año. Por eso, conviene colocarlas en sitios luminosos pero que no reciban el sol directamente o, en todo caso, cubrir los ejemplares con una tela de sombra, que sirva como filtro.
Como las paredes irradian calor cuando están expuestas a altas temperaturas, se recomienda colocar las macetas lejos de ellas
Un truco para impedir que las macetas absorban mucho calor a través de sus caras externas es recubrirlas con tela de brezo. Si la planta debe quedar expuesta al sol durante algunos momentos del día, se puede colocar el tiesto en el interior de otro más grande, para que este sea el que reciba el calor más intenso y el de dentro quede protegido por su sombra. También conviene, si es posible, alejar las macetas de las paredes, ya que estas irradian calor cuando están expuestas a altas temperaturas.
Se debe prestar atención a las hojas y flores marchitas, para podarlas lo antes posible y evitar que la planta les destine (y desaproveche) humedad y nutrientes.
Y en el caso de los jardines, es recomendable formar sobre el suelo un acolchado de materia orgánica, como cortezas de pino, grava o restos de poda. Este acolchado cumple varias funciones beneficiosas, desde retener la humedad del suelo y evitar que este se recaliente, hasta limitar las malas hierbas y añadir un valor estético al conjunto.