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abril 29, 2025Sabemos que trasplantar puede dar un poquito de miedo. Que si se rompe la raíz, que si no le gusta su nueva casa, que si se me muere… ¡respira! Con el paso del tiempo, trasplantar se convierte en uno de esos momentos de conexión profunda con tus plantas. Aquí te compartimos cómo hacerlo paso a paso, con calma, cariño y cero drama.

¿Cuándo es momento de trasplantar?
Hay señales que no fallan: raíces saliendo por debajo de la maceta, la tierra ya no retiene agua como antes o simplemente la planta ha crecido mucho. Si tu planta parece incómoda en su hogar actual, es hora de mudanza.
Paso 1: Prepara el nuevo espacio
Elige una maceta solo un poco más grande. No te emociones con el tamaño, demasiado espacio puede hacer que la tierra retenga humedad de más. Asegúrate de que tenga buen drenaje y ten lista tierra nueva, aireada y rica en nutrientes.
Paso 2: Riega antes de mover
Unas horas antes de trasplantar, riega tu planta. Así sus raíces estarán más flexibles y será más fácil sacarla sin dañarlas.
Paso 3: Saca con paciencia
Voltea la maceta con cuidado, sujeta la planta desde la base (nunca por el tallo) y ve sacándola poco a poco. Si está muy apretada, puedes presionar suavemente los lados de la maceta o golpearla un poco para aflojar.
Paso 4: Mima las raíces
Observa las raíces. Si están muy enredadas, sepáralas con los dedos. Si hay raíces podridas o muy largas, recórtalas con tijeras limpias.
Paso 5: Acomódala en su nueva maceta
Coloca un poco de tierra en el fondo, acomoda la planta y rellena los lados con más tierra. No la aprietes demasiado, solo lo necesario para que esté firme.
Paso 6: Riega y deja que se adapte
Después de trasplantar, riega bien para que la tierra se asiente. Luego pon tu planta en un lugar con luz suave por unos días. Dale chance de adaptarse antes de volver a fertilizar.
Tips extra:
- No trasplantes en días muy calurosos.
- Habla con tus plantas mientras lo haces (sí, suena loco, pero ayuda).
- Después del trasplante, obsérvala… cada hoja te dirá cómo va.
Trasplantar es también un acto de amor. Es darle espacio para crecer, para respirar, para florecer. Y con cada cambio de maceta, también crece tu confianza como jardinero.